El concepto de felicidad es muy amplio, pero buscando más a fondo me doy cuenta de que lo que nosotros entendemos como felicidad no es realmente lo que se piensa.
Si
nos molestamos en mirar en el diccionario, encontramos la siguiente acepción: “Estado de grata satisfacción espiritual y física.”
A
partir del anterior significado, me da la sensación de que sí, existe una
felicidad verdadera y una falsa, pero ¿por qué y cómo podemos distinguirlo? Muy
fácil, la felicidad falsa es aquella en la que tú no eres el 100%, es decir, en
la que tú estás actuando o “poniéndote una máscara de las emociones” para que
el resto no vea que no estás bien o te encuentras incómodo. El caso más significativo
es cuando publicamos una foto en redes sociales. No siempre nuestra primera percepción es lo
que de verdad está ocurriendo en ese mismo momento, ya que no nos encontramos
cara a cara con la persona que aparece en la imagen.
Esto
no significa que estemos los seres humanos todo el rato fingiendo, pero sí que
lo estamos gran parte del tiempo para ocultar nuestras emociones y no parecer ‘débiles’
ante otras personas.
Por
otro lado, tenemos la felicidad verdadera que es básicamente la que menos prima
en el ser humano. Esta se enriquece de los momentos que vivimos tanto con nuestra familia de sangre como con la familia que elegimos (amigos, pareja…) Esos ratos
en los que nos relacionamos, interactuamos o, mismamente debatimos y charlamos
son nuestra felicidad, porque nuestro entorno nos hace sentirnos queridos.
Con estos dos puntos de vista finalizo esta publicación.
Espero que a raíz de mis
explicaciones te haga reflexionar sobre el tema.
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